El juego perfecto entre amigos

El mus es uno de los juegos de cartas más populares y que más arraigo tienen entre jóvenes y mayores de España. Originario del País Vasco, es un juego que no distingue edades, ni sexos, ni clases. Cualquier persona con ganas de disfrutar de un hilarante momento en buena compañía, sólo tiene que sentarse en una mesa con otras tres personas más y dejarse llevar.

El mus no es un juego fácil, que tan sólo el mirar valga. Es un juego de astucia con unas normas fijadas donde el arte del engaño maneja a su antojo el ritmo de la partida. A pesar de su sencilla apariencia, cuatro cartas y hablar, se necesita de atención para convertirse en un gran musolari. Eso sí, una vez dejas entrar al mus en tu casa, se hace con un hueco para quedarse para siempre.

Tanto es así que el mus, tal y como lo conocemos, lleva sembrado en nuestras tierras desde el año 1837 y ha germinado en tabernas, bares, universidades, casas y en su última modalidad: internet.

El mus ha sido un fantástico canal para reunirte con antiguos amigos o para conocer a gente nueva apasionada por esta manera de enriquecer tu ocio. En el sigo XIX, muchos habrán conocido a su bella esposa haciendo la seña de 31 (guiñar un ojo), y hoy en día, Internet abre caminos inimaginables para compartir un buen rato en compañía de ciberconocidos.

Usumus ofrece la posibilidad no sólo de llevar el mus hasta tu salón, hasta la comodidad de tu sofá, sino hasta cualquier rincón que la cobertura de tu smartphone te permita. Puedes jugar en pijama, con los rulos puestos o recién levantado, ya que cualquier hora y cualquier lugar es bueno para jugar al mus. Los días han evolucionado y el bullicio del bar se ha transformado en interminables tecleos en tu portátil o móvil. Porque en el mus hay que hablar, aunque sea a través de una pantalla. Y así rato a rato, te olvidas durante unas horas de las inclemencias de la vida, y en tu día gris asoma un colorido arcoiris.


Y para eso fue inventado el mus, para que un conjunto de “fanfarronadas” y de osados atrevimientos hagan al contrario llorar de risa ante sus lamentables cartas.

Porque al mus no se juega por dinero, a diferencia de otros juegos internacionales, unas cervezas en buena compañía es suficiente motivo para lanzarse a “envidar”. En Usumus puedes apostártelas de manera virtual con los contrarios, de manera que ofrezcas un pequeño aliciente a tus oponentes. Cuando el dinero es lo que mueve el mundo, es agradable pensar que hay un juego que permanece impasible a esa máxima. Y ese es su misterioso encanto: el amor por jugar sano.

El mus y su historia

Los comienzos del mus se remontan a finales de siglo XV, cuando dos jugadores (Alonso de Tudela y Tomás del Pinranillo) intentaban pasárselo bien repartiendo todas las cartas y ganando quien tenía más reyes. Al final se volvió repetitivo y repartieron media baraja entre los pobres, con lo que la incertidumbre de tener menos cartas lo hacía más entretenido. Una vez terminado tiraban la baraja, porque a ver quien era el valiente de pedirle las cartas al pueblo.

Dicen, comentan, discurre en la historia, que el vasco tenía mucha prisa en reunirse con su amada, por lo que quería terminar el juego lo antes posible. Y el órdago de ese día hizo de Xanti un hombre casado con una mujer “de armas tomar” o también “de órdago”. De ahí viene la expresión que tantas veces se ha utilizado en lengua castellana desde entonces.

Los pobres por su parte consiguieron hacerse con una gran baraja donde no sólo importaban los reyes, sino también los ases (y ahí nació la chica).

El mus comenzó a hacerse popular entre el pueblo y la gente utilizaba las tabernas como lugar de práctica de ese juego tan genial. Ya a finales del siglo XVII el mus se había reducido a cuatro cartas. Entonces se inventó el tercer lance: los pares, ya que se consideraba meritorio reunir dos cartas iguales entre las cuatro que se repartían. Y de ahí se pasó a las medias, conseguir tres iguales. Y el “no va más” fueron los duples: conseguir dos parejas o cuatro cartas iguales, algo que les parecía casi imposible.

En el año 1742 se incorporó al vocabulario del mus una palabra que ha llegado al lenguaje común de cualquier castellano-parlante: “órdago”. La palabra tiene origen vasco “ahí está” y la llevó a la mesa de mus Xanti Murrikaechandizolategui, cuando puso todo sobre la mesa, la apuesta máxima.

La última incorporación al mus fue el cuarto lance o el juego, que vino de la mano del canónigo Sixto Zabaneta, que sentenció que lo mejor del juego tenía que ser 31, seguida de 32 y 40, 37 y el resto. Y claro, en la segunda mitad del siglo XVIII, con la Inquisición todavía en la memoria, cualquiera ponía en duda la palabra del canónigo.

El último retoque para el juego fue el punto, y, al igual que el órdago, también se inventó movido por el amor. Esta vez, para alargar la partida que terminaba si no había juego, el Conde de Pinto Collado, aprovechando que tenía duples de caballos cincos, decidió incorporar el punto y compartir más rato con su amada jugando al mus.

Después de todos estas incorporaciones, retoques, perfeccionamientos y demás periplos por la historia, podríamos bautizar al bebé llamado mus en el año 1837.

¿Cómo se juega?

El mus es un juego de reto, complicidad, engaño y por qué no, sana competitividad. Es el juego del “cuatro”: cuatro jugadores, cuatro cartas y cuatro lances. El mus es el juego donde el cerdo es el rey, la mano manda y el postre es el último en hablar. Existen ocho reyes o cerdos, los propios cuatro reyes y los cuatro treses, que son las cartas de mayor valor. Por otra parte hay ocho pitos o ases, cuatro ases y cuatro doses. En otras regiones, como el País Vasco y Navarra, juegan al mus sólo con cuatro reyes y cuatro ases.

La partida comienza repartiéndose cuatro cartas y habla el jugador denominado “mano”, que decide si hay mus o no. Siguen hablando el jugador de su derecha, en sentido contrario de las agujas del reloj. “Hay mus” significa que el jugador quiere descartarse, que no le valen sus cartas, o eso intenta hacer ver. “No hay mus” es que no va a haber descarte y comienzan los lances.

El primer lance es la “grande”. Para este las cartas que ganan son los reyes, cartas de más valor. El jugador que ha “cortado el mus” puede pasar o envidar y los contrarios pueden ver (si consideran que ganan con sus cartas), “no querer” (si creen que no) o “envidar más” (si poseen muy buenas cartas o quieren hacerlo parecer). En el caso de que los contrarios no quieran se apuntará una piedra, o también llamada “porque no”

El siguiente lance es la “chica” donde ganan los ases o pitos. Aquí funciona exactamente igual que la grande.

El tercer lance son los “pares”. En este punto cada jugador tiene que decir si tiene pares o no. Una vez comprobado se envida y puede ocurrir lo mismo que los lances anteriores. Los mejores pares son los duples (formado por cuatro cartas iguales o dos parejas) que valen 3 piedras. Le siguen las medias (tres cartas iguales) valen dos y lo último los pares simples, que se cuentan como uno.

El cuarto lance sería el juego. Habría que hablar si hay juego o no y actuar de manera semejante que en los anteriores. El mejor juego es 31, lo sigue 32, 40 y de ahí se pasa a 37, siendo el peor juego 33. En otra modalidad existe la 31 Real (un figura y tres sietes), que gana incluso a la mano. Para poder sumar esos tantos hay que tener en cuenta que cada figura (o los treses) de la baraja valen 10.

Cuando no hay juego, se juega el punto, siendo el mejor 30. Se puede envidar como los anteriores lances y si los contrarios no quieren se recogen dos piedras “punto y miedo”.

Una vez finalizadas las fases anteriores, toca el recuento, que se hará en alto y en el orden que han seguido los lances. Un jugador será el portador de las piedras y su pareja de los amarracos (cinco piedras). Cuando el primero reúna cinco piedras, le dará una a su pareja. Gana la pareja que antes llegue a 30 piedras o a 40 piedras, según se decida antes de comenzar la partida.

Como el mus es juego de valientes, una de las mayores osadías es el órdago, el envite definitivo. El órdago es arriesgar todo a la jugada que lo eches. Si los contrarios lo ven se termina la partida. Es la victoria o la muerte.

 

Lenguaje en el Mus
Muchas son las frases que han perdurado en la historia gracias a este juego. Palabras que sirven para animar a tu compañero e intentar intimidar al contrario. Son dichos, que por qué no, han enriquecido nuestro idioma, a la par que dan un toque de humor y mayor entretenimiento aún a una partida de mus.
Alguno de los ejemplos serían:

- A la mano con un pimiento: para indicar que se va a quitar mano.
- Al enemigo ni agua: también para quitar mano.
- El perete: cuando tienes las peores cartas para una jugada de mus 5, 6 y 7.
- Escopeta y perro: para indicar a tu compañero que llevas rey y caballo.

Señas en el mus
Aunque no siempre se utilizan, en el mus se pueden hacer señas. Un conjunto de gestos que le puedes hacer a tu compañero para que conozca tus cartas. Movidos por la picaresca, generan un conjunto de adrenalina ya que las señas pueden ser captadas por tus contrarios .


La seña que podría haber dado nombre a este juego es la de “solomillo” (tres reyes y un pito). Esta se hace con el gesto de beso, musu en euskera, de donde podría haber derivado la palabra mus.

 

 

 

 

 

Otras señas son: guiñar un ojo para decir que llevas 31, elevar las cejas para duples, torcer la boca es que llevas medias, moderse el labio serían dos reyes, sacar la lengua dos pitos y agitar los hombros indicaría que llevas treinta al punto.

Usumus
Usumus es una plataforma para jugar al mus sin fronteras. Tan sólo necesitas una conexión a Internet y podrás disfrutar de infinitas partidas con un grupo de gente sana que abrirá las puertas de su ciberespacio para que te puedas sentar en una mesa a compartir un buen rato.  Una vez lo pruebes, querrás entrar un ratito a uno de sus salones a “echar la partida”

Además, si tienes un ordenador de mesa, y te vas a ir de casa un tiempo, ¡no es problema! Podrás seguir disfrutando de Usumus en tu móvil, la exitosa aplicación para smartphones de Usujuegos.

Usumus organiza torneos con premios virtuales y reales, que hace que tengas un aliciente más para entrar a esta divertida plataforma. Cada día sus mentes pensantes, actualizan y renuevan el mus con diferentes campeonatos y concursos, como si de la vida real se tratase.

Usumus se ha convertido en una gran familia y, aunque no puedas ver sus rostros, los nombres de los jugadores te sonarán tanto como los de tus amigos. Se ha convertido en el “garito” de moda virtual donde quedar con tus amigos, conocidos y rivales.

 

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